Las danzas de la muerte constituyen un género característico de fines de la Edad Media y principios del Renacimiento. Desde ya que están vinculadas con la literatura, pero además participan de variados tipos de arte como la pintura, la escultura, la danza, la música y el teatro. También se las relaciona con otras actividades parateatrales como la mímica y la procesión.
En estas danzas podemos distinguir temas pertenecientes al folklore europeo y gran cantidad de otros fenómenos históricos y culturales. El estudio de su génesis, desarrollo y transmisión, plantea problemas debido a la falta de documentación sobre la materia y la variedad de posiciones encontradas que nos ofrecen los investigadores. Se gestan en apenas cincuenta años y llegan a ser un fenómeno cultural en todo Europa en la última etapa de la Edad Media.
Simbolizan la finitud de la vida, el último arrepentimiento y la postrera ilusión, y están cargadas de un mensaje moral, una ironía estremecedora y una denuncia social del mundo en el que nacieron.
La Dança general de la muerte es uno de los textos conservados de mayor calidad literaria que representan este género.
Siguiendo en el plano del contenido y en el plano ideológico, yo voy a entrar más en el texto iluminando una serie de cuestiones que están vinculadas entre sí. Una de ellas es la crítica social que hay en el texto, la clasificación de los vicios, el didactismo, y finalmente el carácter contradictorio del poema. La relación de estos puntos es evidente: la crítica social se lleva a cabo sobre la base de la exposición de los vicios, contra estos vicios que se critican el poema expone una enseñanza que procura enmendarlos, y el carácter contradictorio se va a entender una vez que exponga estos puntos.
En cuanto a la crítica social que presenta el poema, un concepto central que puede entenderse como el núcleo de la crítica consiste en el concepto de la igualdad que, en este caso, se trata de la igualdad ante la muerte. El recuerdo constante de la muerte tiene como fin enfatizar la igualdad de todos los hombres. El poema pone en escena uno detrás de otro a los estamentos representativos de la sociedad, desde los más altos hasta los más bajos. Este desfile de víctimas comprende los grados más altos de la jerarquía eclesiástica y civil dentro del ámbito europeo. Luego de las doncellas, el primer llamado de la muerte es al Padre Santo, es decir, el Papa, y a partir de allí desfilan el emperador, el patriarca, el duque, el arzobispo hasta llegar a estratos de nivel inferior como el abogado, el labrador, el portero y un simple ermitaño. También son presentadas las otras comunidades que convivían en España con los Cristianos: los judíos representados por el rabino o los moros por el alfaquí.
Ante esta diversidad de estados, el poema alude constantemente al poder igualador de la muerte. Tanto el Papa como un labrador deberán obedecer a este llamado de la muerte y, tal como afirma el prólogo, unirse a la danza de su buen grado o contra su voluntad. Luego del prólogo y de las primeras palabras de la muerte, toma la palabra un predicador que dice:
Ca papa, o rey, o obispo sagrado,
cardenal, o duque e conde excelente,
el emperador con toda su gente
que son en el mundo, morir han forçado. (v 37-40)
Este carácter igualitario de la muerte lo que hace es dar la idea de un mundo organizado según una doble relación de vasallaje.
La primera consiste en la mundana dada entre los diferentes estratos sociales, y se trata de una relación efímera y pecaminosa.
La otra es una relación de vallasaje celestial y eterna dada entre Dios y todos los hombres.
En una sociedad como la medieval, de diferencias sociales tan marcadas, esta noción de igualdad puede entenderse como una denuncia contra los estamentos de la sociedad que se consideran poderosos sobre los demás, y asimismo una advertencia para el poderoso y un alivio para el desamparado. En el sano consejo, el predicador dice:
non vos enfuziedes en altos estados
que vos non valdrán tesoros nin doblas
También es notorio el contraste entre la severidad que muestra la muerte ante personajes de estrato más elevado frente a la indulgencia para con personajes de nivel social inferior. Por ejemplo lo acusa de pecador al Obispo, le dice que tendrá que dar cuentas de su obispado en el juicio final y le dice más yo sorziré la vuestra pelleja (v225-232). Al contrario, le dice al labrador que si no hizo surco en lo ajeno tendrá su parte en la gloria eterna (v.400), y le dice al Ermitaño que en el santo reino tendrá honor:
Fazés grand cordura: llamar te ha el Señor
que con diligencia punastes servir;
si bien le servistes, avredes honor
en su santo reino do avés a vevir (v.481-484)
De todos modos, valga reiterar que lo que garantiza la igualdad es la vida en el más allá. La tendencia igualitaria y democrática solamente se predica para la vida que vendrá en ultratumba, donde todos los personajes están inmersos en el mismo baile con una misma característica que es la fealdad (por ejemplo, le dice al canónigo: el sobrepeliz delgado de lino / quitadlo de vos, irés más liviano v355-356), mientras que en el más acá, se conserva la división funcional que había sido una constante en la Edad Media.
El carácter crítico del poema se centra sobre todo en la exposición de los vicios de todos los hombres. La Muerte, luego del llamado y de la queja de cada una de sus víctimas, aprovecha para dibujar pequeñas semblanzas de los vicios y defectos que presenta el compañero de baile, y denuncia el incumplimiento por cada uno de los estados de acuerdo a los deberes y obligaciones inherentes a cada condición. También se puede hablar en términos generales y decir que lo que hace el poema es una crítica a los bienes materiales y una valoración de los bienes espirituales. Antes de pasar a la enumeración concreta de los vicios, quisiera retomar brevemente la cuestión de la peste negra, porque dentro del contexto sociocultural del poema puede servir para explicar esta necesidad que tiene la literatura de censurar ciertas conductas o pecados y de valorar ciertas virtudes. El efecto de una epidemia de peste negra sobre una sociedad es importante. En Europa durante el siglo XIV la población europea se vio desbastada por esta epidemia. Hacia 1348 se calcula una población de 85 millones de personas aproximadamente, y hacia el año 1400 la cifra que se calcula es de 45 millones. Ante esta epidemia ya no se ve a la muerte como una muerte particular que afectaba a cada individuo, sino como una muerte masiva que afectaba a la sociedad por igual. Este problema produce en la sociedad una crisis de valores. La sensación generalizada de la fugacidad de la vida y la presencia constante de la muerte, lanzaron a muchos hombres a una existencia desenfrenada donde la comida, el placer y la holganza eran la forma más preciada de gozar la vida. La concepción de la buena vida entonces se basaba en las diversiones, las fiestas, el sexo y el disfrute absoluto de los bienes materiales. Entonces, en este contexto, se puede ubicar esta necesidad de la literatura de ponerse en lucha contra los pecados capitales, y acá lo importante es precisamente destacar los valores espirituales por sobre los materiales para lograr una vida eterna.
No todos los autores estarían de acuerdo en considerar a la peste negra como el hecho social que sirvió de punto de partida para el desarrollo de este género de las danzas de la muerte, y por lo tanto la base social del poema. Por ejemplo, Margherita Morreale opina que 1348, fecha de la primera epidemia, es una fecha muy temprana, y las otras manifestaciones de la plaga se sucedieron a intervalos demasiado breves como para colocar a la Dança General de la muerte a raíz de una de ellas, y no da más detalles ni argumentos que ese. Sin embargo, yo creo que es pertinente considerar a modo de hipótesis que la peste negra pudo haber tenido alguna incidencia en el contenido del poema, y al respecto bastaría enumerar aquellos vicios que el poema censura que se corresponden con esta necesidad de exaltar los bienes espirituales por sobre los bienes materiales a modo de antídoto contra una crisis de valores. Veamos cuales son los vicios que censura el poema.
La muerte acusa al Arzobispo de glotonería:
Gostad amargura por lo que comiste
manjares diversos con grand golosía. (v.195-196)
Al Abad lo acusa de vicioso, y luego el Abad se lamenta por los manjares sabrosos que había en su celda:
En mi celda avía manjares sabrosos;
de ir no curava comer a convento. (v.251-252)
Al Sacristán lo acusa de andar de noche con los de la caña, y le dice:
Don sacristanejo de mala picaña,
ya non tenés tiempo de saltar paredes
ni andar de noche con los de la caña
faziendo las obras que vos bien sabedes.
Andar a rondar vós ya non podredes
nin presentar joyas a vuestra señora (v.561-566)
Acá se ve cómo uno de los vicios que más critica la muerte es el apego a los bienes materiales, y en el verso 75 La Muerte le dice a todos:
E por los palacios daré por medida
sepulcros oscuros, dedentro fediente,
e por los manjares, gusanos royentes
que coman dedentro su carne podrida. (v.77-80)
Al Emperador le dice que ni el oro ni la plata podrá salvarlo de unirse a la danza, y que perderá todo el haber que atesoró con gran tiranía. También el Obispo se lamenta por la plata y el oro que poseía:
Yo era abastado de plata e oro,
de nobles palacios e mucha folgura (v.219-220)
Asimismo la muerte es particularmente severa con aquellos que tenían el trato de los bienes materiales por oficio, como el usurero, el recaudador y el contador. Al recaudador lo acusa porque su vida consistió en trabajar la forma de estafar al hombre cuitado, al contador le dice que merece dolor y quebranto, y al usurero le dice traidor, mala conciencia, y que lo pondrá en las llamas del infierno:
En fuego infernal sin más detenencia
porné la vuestra alma cubierta de duelo. (v.435-436)
Luego al Portero lo acusa de codicioso:
Las vuestras baratas yo bien las entiendo,
e vuestra cobdicia por qué modo suena (v.468-469)
Otro pecado es la ambición, le dice al Cardenal que pretendió trastornar al mundo para ser Papa. Bueno, y también acusa al Rey de tirano, de ladrón y de injusto, le dice al Caballero que ya verá como se les pone freno a los que roban lo ajeno (v.245), al Deán le dice Avaro y al Abogado falso.
Por encima de este componente crítico y de la enumeración de los vicios, otra característica propia del poema es su componente didáctico.
El poema tiene una tendencia moral que consiste en un llamado a todos los hombres a vivir una vida virtuosa basada en la doctrina cristiana. Por ejemplo, la muerte le dice al Patriarca que ese castigo de unirse a la danza se debe al pecado y alude a Eva:
Esto vos ganó vuestra madre Eva
Por querer gostar fruta devedada. (V.165-166)
Por lo tanto las marcas cristianas están inmersas en la estructura de esta danza, y de hecho constituye el punto de partida y el final. Ya en el prólogo se alude al buen y sano consejo que consiste en hacer buenas obras y obtener el perdón de los pecados. Luego habla La muerte que en los versos 25-30 dice:
La plática muestra seer pura verdad
aquesto que digo, sin otra fallencia.
La santa escritura con certenidad
da sobre todo su firme sentencia,
que a morir avedes, non sabedes cuándo.
Y, en los últimos versos del poema, se expresa lo que sería el triunfo de esta función didáctica, porque los hombres manifiestan haber aprendido la enseñanza. La cita es el momento en que toma la palabra una voz que simboliza lo que dicen todos los que han de pasar por la muerte en los versos 627-629:
Con pura conciencia todos trabajemos
en servir a Dios sin otro comedio
ca él es príncipe, fin e el medio
Por último, la mención al carácter moral cristiano de esta obra sirve como punto de partida para comentar una cualidad del poema que consiste en una contradicción. Hay un contraste entre la finalidad social del poema que consiste en estas críticas que enumeramos y entre la finalidad religiosa. El contraste es tan significativo que vemos en una misma obra una serie de enseñanzas basadas en la doctrina cristiana junto a una suma de críticas sociales contra el clero de la época. Es decir, si bien por un lado el poema cuestiona a los sectores representativos de la iglesia, por otro lado expone una moral que es aquella que estos sectores sostienen. Por lo tanto, la obra puede considerarse una obra cristiana pero, tal como dice Margherita Morreale, en el ambiente litúrgico junto a la representaciones sagradas este poema resulta chocante.
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